BARAKA REFLEXION 2
BARAKA REFLEXION 2
Ver Baraka fue como ponerle pausa al ruido de la vida diaria y darme la oportunidad de mirar el mundo desde otro ángulo. Me hizo darme cuenta de lo pequeños que somos ante la inmensidad de la naturaleza y, al mismo tiempo, de lo grande que puede ser la huella que dejamos en ella. La película transmite la idea de que todo está conectado y que cada acción nuestra, por pequeña que parezca, tiene un impacto real en el planeta.
Uno de los aspectos que más me impresionó fueron los paisajes. Transmiten paz, belleza y una fuerza que nos recuerda lo frágiles que somos. Al verlos, sentí admiración y también la necesidad de cuidar aquello que muchas veces damos por sentado: la tierra que habitamos.
Pero no todo en la película fue calma y belleza. Baraka también muestra la huella del ser humano, tanto en su capacidad de crear y celebrar culturas, como en su poder de destruir lo que tiene a su alrededor. Esas escenas me hicieron sentir tristeza, porque reflejan una realidad que muchas veces preferimos ignorar: nuestras acciones tienen consecuencias que afectan al mundo y a las futuras generaciones.
Al final, me quedé con una sensación de agradecimiento. Agradecimiento por estar aquí, por poder ser parte de este planeta y por tener la oportunidad de mirarlo con más conciencia. Para mí, Baraka no fue solo una película, fue un recordatorio de que la vida es sagrada, de que todo está conectado y de que el legado que dejemos dependerá de cómo aprendamos a cuidar lo que nos rodea.
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